Es la 1:23 de la madrugada del día 26 de abril de 1986 en la ciudad de Prípiat, ubicada en la República Socialista Soviética de Ucrania, y aunque pocos son conscientes de ello acaba de suceder una de las mayores tragedias medioambientales en la historia de la humanidad. El reactor número cuatro de la central nuclear de Chernóbil, ubicada a tan solo 3 kilómetros de la ciudad, ha estallado. La central está en llamas, millones de partículas radiactivas fueron disparadas en todas las direcciones y una densa nube de humo contaminado cubre los alrededores de la zona del accidente.1
Los eventos que llevaron al desastre y sus consecuencias inmediatas y a largo plazo ya han sido tratados en otra nota de mi autoría, y no es lo que nos convoca aquí en esta ocasión. Lo que proponemos a continuación será analizar cómo fueron divulgadas las noticias sobre el accidente y qué impacto tuvo en el contexto de la glasnost, la apertura política y mediática acontecida durante el gobierno de Mijaíl Gorbachov. Buscaremos echar luz sobre la indecisión del Partido acerca de la difusión de lo acontecido, la forma en la cual la información fue liberada, y la contribución de la misma a la radicalización de las reformas y la posterior disolución de la URSS.
Para ello, haremos uso entre otras cosas del periódico ruso Известия (“Noticias”2), específicamente su edición Número 120, lanzada el 29 de abril de 1986, ya que, hasta donde se ha podido constatar, es en sus páginas que se encuentra la primera información oficial lanzada en papel al público soviético.
Известия: un reflejo de los medios soviéticos tradicionales
El análisis de la fuente como tal es bastante sencillo. Observamos una clásica primera página de un periódico soviético. Destacan, claro está, las imágenes de Lenin y las siglas de la URSS en el encabezado junto al título, algo común en casi todos los medios de información en papel de este país. Es sin duda un espacio con mucha información, donde se enfatizan las alabanzas a los trabajadores por haber cumplido con la producción establecida en el plan anual, las noticias internacionales y un gran título hacia el final de la hoja que anuncia la entrega de premios estatales. El lector perezoso o poco atento puede obviar el pequeñísimo epígrafe de la esquina inferior derecha, que dice lo siguiente:
“Del Consejo de Ministros de la URSS: Se produjo un accidente en la Central Nuclear de Chernóbil, uno de los reactores nucleares resultó dañado. Se están tomando medidas para eliminar las consecuencias del accidente. Se está brindando ayuda a las víctimas. Se ha creado una comisión de gobierno.”3
Título pequeño, poco espacio dedicado, información concisa y poco detallada, y una colocación estratégica en una esquina en la cual no hay que colocar el dedo para girar la página; todo parece apuntar a que el Partido se vio en cierto punto obligado a publicar esta noticia, y que aún así intentó minimizar la gravedad de lo ocurrido, a pesar de tratarse de una catástrofe de proporciones magníficas que amenazaba en ese preciso instante el propio bienestar físico del lector.
Esconder lo inocultable
Los días siguientes al accidente fueron de un silencio casi absoluto en todos los medios oficiales soviéticos4. Teniendo esto en mente, no podemos dejar de destacar el hecho de que aún en pleno auge de la glasnost las organizaciones del Partido Comunista de la Unión Soviética controlaban todos los aspectos del discurso público y su difusión por todos los canales de comunicación oficiales5. De hecho, el Partido ya había logrado ocultar algunos accidentes en el ámbito nuclear con un alto grado de éxito, como fue el caso del accidente de Kyshtym en 1957, por lo que la tradición de secretismo y de limitación de información lanzada al público era común en la Unión, y no solo como método para evitar el pánico sino también como un velo que ocultase los fracasos de un sistema altamente orgulloso de sí mismo.
Pero Chernóbil no era Kyshtym: el accidente no solo había sido enormemente más catastrófico, liberando millones de curios disparados hacia el noroeste6, sino que, además, la localización geográfica de la planta nuclear era cercana a la frontera de la URSS con los países occidentales del bloque capitalista. No pasó mucho tiempo hasta que otra planta de Suecia detectó niveles inusualmente altos de radiación en el aire provenientes de territorio soviético. Presionado, el Partido finalmente emitió un comunicado a través del programa televisivo Вре́мя, tan solo un día antes que la fuente que estamos analizando. Sin embargo, el mensaje fue exactamente el mismo7, extremadamente breve y sin ningún detalle.
Por otro lado, desde los días más cercanos al accidente, los distintos órganos del Partido y del Estado soviético fueron movilizados para controlar el flujo de información y rumores sobre el mismo, no solo dentro de Prípiat sino también en las ciudades aledañas e incluso a nivel nacional. Desde el 30 de abril podemos encontrar, entre muchos otros, documentos del Ministerio de Asuntos Internos que constatan el espionaje realizado en varias ciudades ucranianas para socavar información acerca del conocimiento y la opinión pública respecto del accidente8.
Mientras tanto, hacia el interior del Partido ya se estaba comenzando a formar una grieta. Mientras Gorbachov y algunos burócratas sostenían que el mensaje debía ser abierto para el público local y que tenía que realizarse lo antes posible, otros sectores abogaban por una fuerte cautela que evitase el pánico.9
Gorbachov y el quiebre de la tradición del silencio
Tras dieciocho días de un silencio casi absoluto, el 14 de mayo Gorbachov se pronunció públicamente respecto de lo sucedido en Chernóbil. El mensaje fue nuevamente transmitido a través del programa de noticias Вре́мя, pero a diferencia de lo que pudimos constatar en nuestra fuente y en todos los otros comunicados oficiales acerca de lo que había sucedido, esta vez la información fue mucho más precisa y, en general, fue una comunicación mucho más abierta y honesta. Gorbachov difundió públicamente y con total sinceridad la cantidad oficial de personas afectadas directamente por el accidente, la cantidad de muertos, los esfuerzos de evacuación, e incluso brindó datos técnicos sobre cómo sucedió la explosión del reactor10.
El nivel de honestidad y la cantidad de información revelada fue realmente inédito para los estándares históricos de la Unión Soviética, marcando un punto de quiebre con la política del secretismo sostenida hasta aquel día11. Como afirma Plokhy, la era de la glasnost ya había comenzado, y la vuelta atrás era ahora inevitable. Claro que el precio no era barato; el discurso de Gorbachov fue seguido de una catarata de ataques mediáticos desde la Europa capitalista y de una creciente preocupación por parte de los ciudadanos de la propia Unión Soviética12.
Apertura y decadencia
El accidente de Chernóbil llegó en un momento complicado. Como Robert Service afirma13, la fatiga del sistema soviético era ya evidente. Mientras más inmutable era la posición de la burocracia y más se negaba la realidad, más profunda se hacia la ruptura con la verdad que no se lograba –o no se quería– describir14. La catástrofe nuclear cayó como un balde de agua fría sobre Gorbachov, quien fue consciente de que lo sucedido no se podía ignorar. Las reformas no solo eran convenientes, sino que se mostraron como necesarias para evitar un colapso de todo un sistema que ya no lograba mantener su tradicional hegemonía sobre la información. Las entrañas abiertas del reactor número cuatro de la Central Nuclear de Chernóbil no se podían ocultar, y ahora que la verdad había salido a la luz los cambios debían ser llevados a cabo.
Así, podríamos sostener que las reformas comenzadas el año anterior apuntadas a una liberalización económica, política y mediática –la ya mencionada glasnost y la perestroika– fueron empujadas a terrenos aún más radicales, entre otras razones, a causa de la imprevisible catástrofe nuclear15.
Gorbachov se puso al frente de las transformaciones, y aunque nunca fue su intención la liberalización total del debate público, sí se comenzó a permitir una discusión mucho más libre hacia el interior de la Unión. Los controles a la prensa se relajaron y en general se vivió una oleada de reformas ciertamente democratizantes en distintos espacios de la vida política y económica16. Pero tampoco hemos de ser ingenuos; aunque Gorbachov era un reformista, también era un comunista de toda la vida y un fuerte miembro dentro del Partido. Nunca dejó de creer en el sistema socialista y es notable que su intención con la glasnost no fuera dejar mal parado al Partido, sino todo lo contrario. Después de todo, el sincericidio que significó la divulgación honesta del accidente nuclear de Chernóbil nunca se dio fuera de los límites que el propio Gorbachov estaba dispuesto a permitir. Toda la información liberada sobre el desastre remarca los logros de los ciudadanos soviéticos, el trabajo en equipo inherente a un sistema socialista, y el accionar relativamente rápido del Estado unipartidista en la contención y mitigación del accidente17. La propia fuente que escogimos da cuenta de ello: “Se están tomando medidas… […] Se está brindando ayuda… […] Se ha creado una comisión….”18.
Lo que Gorbachov nunca imaginó es que los cambios que impulsó para la pervivencia del sistema soviético acabaron por minar todas las bases del mismo. Como Kotz y Weir sostienen19, las reformas crearon todo un movimiento de oposición pro mercado que empujó a muchos burócratas ventajistas a abandonar el modelo socialista para embarcarse en la acumulación de capital. La democratización impulsó cada vez más la autonomía del Estado por fuera del PC y dio lugar a que los opositores se metieran en el sistema, mientras que la mayor libertad mediática permitió la aparición de voces externas a un Partido que cada vez perdía más su rol de líder de la sociedad.
Conclusión
A lo largo de este análisis pudimos constatar la forma en la cual fue abordado el accidente de Chernóbil desde la prensa soviética, con el foco puesto en los vaivenes del Partido y cómo en un primer momento su tradicional secretismo parecía ser la postura imperante. Posteriormente, observamos que el discurso público de Gorbachov del 14 de mayo fue un punto de quiebre con esta tradición, catalizando un proceso de radicalización de la glasnost, que ya había comenzado el año anterior. Por último, sostuvimos que esta apertura democrática terminó por forzar el colapso de todo el sistema soviético desde adentro sin que Gorbachov lo deseara.
De lo que no podemos tener dudas es que el tamaño de lo que sucedió aquella madrugada del 26 de abril en Prípiat no pudo ser ocultado, forzando una sinceridad sin precedentes en la historia de la URSS que terminó, en las propias palabras de Gorbachov20, llevando a la disolución de la misma.