De las dinastías imperiales a la república china
Si intentásemos hacer el ejercicio de pensar en una genealogía de la historia china sería útil dividirla entre el periodo imperial y la etapa republicana. En ese marco, puede leerse como un parteaguas a la Revolución Xinhai, ocurrida el 10 de octubre de 1911. Esta fue organizada por los miembros de las nuevas fuerzas armadas de la Dinastia Qing, generando una reacción en cadena a lo largo de las provincias chinas. El resultado de este suceso dio lugar al fin de la dinastía y la formación de un gobierno provisional. En marzo de 1912, sancionada ya una constitución, Sun Yat-sen comenzó a oficiar como su primer presidente1.
Lo sorprende de este hito es que, hasta ese momento, desde una visión tradicional de la historia, el devenir chino estaba marcado por sucesiones dinásticas. Según la visión confuciana, las dinastías estaban llamadas a actuar moralmente para asegurar el buen gobierno. Los fallos morales significaban su fin y el inicio de las guerras civiles2. La espina de tal sistema imperial era la aristocracia de letrados, instruida en el canon confuciano. Esta clase basaba su existencia en el sistema de exámenes imperiales. A pesar de que el sistema imperial pueda asemejarse a una meritocracia, siendo los exámenes la única vía de acceso al aparato de la administración civil, la realidad es que en este los mismos operaban en favor de los linajes que ya ocupaban puestos importantes3.
Con la revolución, la proclama republicana se afirmó y dio lugar a cierta superación de una tradición que, hasta ese momento, había impedido en cierto modo el desarrollo de la sociedad civil. La sociedad china ya no estaría marcada por el lugar que, de acuerdo a los principios confucianos, cada individuo debía de ocupar dentro de una estructura estática y dictada por designios divinos —la famosa piedad filial—. La proclama republicana, como argumentaremos más adelante, significo el acceso a nuevas formas de vida para individuos que hasta ese momento estaban atados a la rigidez de la tradición confuciana.
Shen Congwen
A la par que los políticos promulgaban la constitución republicana, los intelectuales chinos proclamaban una nueva cultura. La revolución se desplegó y dio lugar al llamado “Movimiento de Nueva Cultura”. Los nuevos escritores chinos, inspirados por la literatura vernácula occidental, promovían una literatura de fácil acceso a las masas. También, basándose en los sistemas occidentales y japones, proponían la abolición de la educación confuciana en favor de una moderna. Al mismo tiempo demandaban el fin de la práctica del concubinato, apostaban por la educación para las mujeres y también por la igualdad entre los pueblos chinos (Han, Machu, Mongol, Hui y Tibetanos)4.
Shen Congwen, escritor autodidacta, formó parte de esta tradición. Nacido el 8 diciembre de 1902, en el seno de una familia de militares de la provincia Hunan, Shen recibió una educación confuciana en sus primeros años de vida. Con la crisis política posterior a la revolución, la vida de Shen se vio afectada. Con la renuncia del presidente Sun Yat-sen el 12 de febrero de 1912 en favor de Yuan Shikai —a cambio de forzar la abdicación de Puyi—, se dio inicio una crisis política que fragmentó a China en dominios gobernados por caudillos militares. En este contexto es que su padre se escapó a la Mongolia Interior luego de unirse a un fallido complot para asesinar a Yuan Shikai. Ante esta situación, luego de terminar sus estudios primarios a la edad de los quince años, se unió a la milicia de reserva de su provincia.
A diferencia de otros intelectuales chinos que se formaron en el extranjero, la educación formal de Shen fue casi nula. Sin embargo —con un espíritu autodidacta— decidió partir hacia Beijin a los veinte años. A pesar de fracasar en el examen de ingreso, fue capaz de atender a las clases de la universidad de Beijin como oyente. Fue en este ambiente urbano de la capital en el que pudo de publicar sus primeras obras. Entre ellas, “Calma” (静) es la que considero como la más significativa, conteniendo elementos dentro de su narrativa que representaron a la modernidad china.
Calma
Publicada en 1932, Calma narra la historia de una adolescente que se encuentra refugiada con sus hermanas, su madre y la criada en un poblado rural sin nombre durante la guerra civil china ocurrida luego de la caída de Yuan Shikai (posiblemente se trate de la provincia natal de Shen, Hunan). La protagonista, una muchacha llamada Yuemin, espera con ansias la correspondencia proveniente de Yichang. Aquella carta les daría a conocer las noticias del paradero de su padre, un delegado militar del Ministerio de Defensa de la República. Sin embargo, la situación es sumamente delicada para ella y sus hermanas. Su madre se encuentra enferma y permanece postrada en la cama durante toda la narración.
La narración de Calma comienza describiendo el paisaje rural chino: casas de madera con techos de teja y barriletes de papel surcando los cielos. Mientras Yuemin se pierde en aquel paisaje su sobrino, un niño de ocho años de edad llamado Beisheng, sube al techo de la casa a hacerle compañía. La calma rural contrasta con la enfermedad de la madre de Yuemin. Al mismo tiempo, puede ser pensada como una metáfora en la que Shen intenta escapar a un pasado rural anterior a la modernidad. Luego del fracaso de Yuan Shikai al coronarse como el emperador Hongxian, la china republicana había caído en un estado de guerra civil a partir de 1927 —conflicto que no cesaría hasta la victoria de los comunistas y la fundación de la republica popular en el 49—5. Este fenómeno de guerra civil es parte crucial dentro de la trama, ya que refleja la situación desesperada de la familia de Yuemin. Como refugiados de guerra, en un contexto de incomunicación total por el deterioro de los ferrocarriles, solo pueden asegurar su sustento gracias a los ahorros familiares. Esto nos sugiere además otra de las experiencias del autor: su familia tuvo que vender sus propiedades cuando su padre desapareció.
Comentarios finales
Para finalizar este escrito, pienso detenerme en un elemento particular de la narración que considero importante para comprender la Revolución en su dimensión histórica. A pesar de que Yuemin extraña a su padre, lo cierto es que ella espera la correspondencia de su segundo hermano. Radicado en Shanghai, el hecho de vivir con su segundo hermano le permitió acceder a una educación superior —algo que demuestra las convicciones políticas de Shen—. Este elemento de la educación dentro de la narración aparece como una constante en las páginas que hablan del monologo interno de la protagonista. Ante el deterioro de la salud materna, Yuemin también considera otras opciones: “No había recibido carta alguna desde el mes que llevaban allí (…) ‘Si esto no cambia en dos semanas, puede que ingrese a la escuela del partido’ pensaba Yuemin con frecuencia”6.
Me pareció relevante detenerme sobre este elemento de la narración ya que, a modo de conclusión, mi propuesta es convocar al lector a reflexionar acerca del significado de la política moderna. Si hiciéramos el ejercicio de imaginar a un Shen que hubiera nacido bajo los últimos años de la Dinastia Ming —aproximadamente hacia principios del siglo XVII— este elemento narrativo se encontraría totalmente ausente. En lugar de narrarnos la historia de una Yuemin que se interesa por su formación intelectual en un contexto de guerra civil, la narración sería una historia melancólica que reflejaría los valores tradicionales confucianos. La Yuemin de la Dinastia Ming, hija de un terrateniente que lucharía contra el avance de la nueva Dinastia Qing, lamentaría la ausencia de su padre como la cabeza de la familia y la pérdida total de autoridad. Esta importancia de la autoridad en la historia que Shen escribió se encuentra totalmente ausente. En lugar de escribir sobre aristócratas, príncipes, o emperadores, nuestro Shen narró la historia de una persona que ve abiertas las posibilidades para auto realizarse como un individuo libre. La importancia de su desarrollo individual a partir de la formación intelectual no solamente refleja los valores del Movimiento de Nueva Cultura, sino que también pone de relieve el amanecer de una novedosa forma de organización social basada en cierta igualdad entre las personas, al menos desde el relato público, que considero persiste en la actualidad.