-¿Me podés presentar el tema de tu investigación y cómo llegaste a él?
En el Trabajo Final de Egreso investigué la literatura de promoción de la inmigración germanoparlante en la Argentina de fines del siglo XIX, atendiendo especialmente a las representaciones acerca del propio grupo migratorio y de la población nativa, además de las relaciones interétnicas entre ambas partes. Tomé el caso del geólogo Jakob Christian Heusser, un suizo que emigró a la Argentina en 1859 y desde allí publicó artículos en alemán sobre la Región h y Patagónica dirigidos a potenciales emigrantes de Suiza y Alemania. Contextualicé y comparé sus ideas con las de otros promotores de habla alemana y con las de algunas élites argentinas del período de la organización nacional. Venía hace tiempo interesado en cuestiones migratorias y, particularmente, en las oleadas europeas a Latinoamérica. Mi elección de esa colectividad específica responde a que, como minoría, se encontraba relativamente menos estudiada que otras, sobre todo en este período anterior a las guerras mundiales. Además, quería enfrentarme al desafío de leer e interpretar fuentes en alemán, lengua que venía estudiando en paralelo a la Licenciatura. Finalmente, mi paso por la Universidad de Colonia, Alemania, en el marco de la beca PIME de intercambio académico otorgada por la UNSaM, terminó de instalar en mí este tema. Concretamente a través de un seminario sobre las relaciones entre Latinoamérica y Europa dictado por Holger Meding, en el cual pude comenzar a trabajar este tópico en una monografía. Después de ese recorrido, llegar a la delimitación más precisa de mi objeto de estudio dentro de ese campo y a la fuente de análisis me fue posible gracias a la orientación de mi tutor, el Dr. Ruy Farías, y de otros investigadores a los que él y otros me remitieron. Y en cuanto a la temática específica, debido al asesoramiento y puesta a disposición del material que recibí en el Centro de Documentación de la Inmigración de Habla Alemana en Argentina (Centro DIHA), de la mano de su directora y actual presidenta Dra. Regula Rohland de Langbehn, su anterior presidente Roberto Liebenthal y su bibliotecaria Mónica Bader.
-¿Qué fue lo que despertó tu interés por los estudios de inmigración?
Por un lado, las historias llenas de dolor y esperanza que escuchaba por parte de mi bisabuela desde que era chico, quien huyó del Genocidio Armenio en el Imperio Otomano cuando era adolescente, tragedia de la cual el 24 de abril se conmemoraron los 108 años y que en Argentina se declaró desde 2007 como Día de Acción por la Tolerancia y el Respeto entre los Pueblos. Por otro lado, una inquietud movida por nuestro presente lleno de desplazamientos, tanto limítrofes o vecinos en nuestros países latinoamericanos, como intercontinentales en los casos desde Asia y África hacia Europa, entre países europeos a raíz de la guerra actual, y la creciente emigración desde Latinoamérica hacia Europa. Me interesaba cómo se daban esos procesos en otros períodos, cuando los circuitos eran otros y partían principalmente desde Europa hacia América (algo que los movimientos xenófobos en Europa suelen olvidar…). Pero también me impulsó un interés por los intercambios interculturales e interétnicos que se daban entre recién llegados y nativos, corriéndome de la mirada de los inmigrantes llegando a una “tierra vacía” donde estaba todo por hacerse, así como del mito de la “nación blanca” y de que los argentinos venimos exclusivamente de los barcos.
-¿Qué rol jugó la materia del taller de tesis de la licenciatura?
Fue un primer motor para delimitar mejor el tema específico y ponerme en marcha con los primeros pasos de búsqueda de bibliografía y fuentes (un desafío importante en el contexto de la cuarentena), organización de la estructura del escrito, formulación de preguntas iniciales, entre otros. Intercambiar los avances con mis compañeros y con el profesor Dr. Claudio Ingerflom (director de la Licenciatura), también ayudó a sentirme más acompañado en el proceso muchas veces alienante de escribir, aún más durante la cuarentena. Aunque no formó parte formal como docente del taller, destaco el asesoramiento de la Dra. Inés Yujnovsky, coordinadora en ese momento de la Licenciatura, quien estuvo muy atenta a responder cuestiones administrativas e incluso metodológicas y bibliográficas.
-¿Cómo describirías el rol de tu director de tesis?
Durante el largo proceso de definición, organización, investigación y escritura, Ruy fue escuchando con paciencia mis avances, haciéndome devoluciones bien precisas y completas de distintos borradores, incluyendo preguntas y comentarios que me llevaron a ampliar y afinar la búsqueda, además de destacar los puntos fuertes y señalar aquellos a mejorar en mi trabajo. Me conectó además con mucha bibliografía pertinente y con investigadores especializados en diferentes subtemas que iban surgiendo dentro de la investigación.
-¿Cómo fue el proceso de conseguir la bibliografía?
Para nada lineal, como todo en la tesina. Al momento de empezar, ya había estado en contacto con buena parte de la bibliografía gracias a trabajos anteriores. Pero las charlas con mi tutor y otros investigadores, además de eventos organizados por el Centro DIHA y diversas visitas y mi trabajo en esta misma institución como Asistente de Archivo, me fueron ampliando el abanico de autores y perspectivas a considerar. La reapertura de bibliotecas y archivos facilitó el proceso, cuando las medidas sanitarias de la pandemia empezaron a relajarse.
-Sobre la estructura de la tesis: ¿Cómo la planificaste?
En parte planifiqué, en parte fue saliendo. Al principio estaba bastante confundido y empecé haciendo un índice comentado, o sea, un boceto con las diferentes partes que pensaba que tenía que incluir el Trabajo y una breve descripción de cada una. Para esto me ayudaron unos videos compartidos por la Licenciatura y preparados por el profesor Dr. Adrián Velázquez explicando los distintos pasos y partes de una tesina. Terminé decidiendo hacer, además de la Introducción y las Consideraciones Finales, únicamente dos capítulos espejados donde analicé en uno las representaciones acerca de los inmigrantes y en el otro aquellas sobre los nativos, lo cual fue un riesgo porque podrían haberse vuelto muy largos. Finalmente vi que iba funcionando y no fue cambiando tanto la estructura básica. Más allá de plantear ese esqueleto, la escritura no fue en orden parte por parte, sino que primero me lancé a escribir sobre distintas partes sin pensar mucho, completando lo que se me ocurría en cada una. Luego sí fui ampliando y ordenando cada parte por separado.
– Desplazándonos a uno de los momentos más difíciles y quizá menos hablado: ¿Cómo narrarías los distintos momentos personales frente a una tesis? (frustración, ¿Cambio de tema?, entusiasmo, no voy a terminar nunca, inspiración)
Escribir una tesina fue como subirse a una montaña rusa que no sabés cuántas vueltas va a dar, con subidas, bajadas y momentos de meseta. Cambios de expectativas, incertidumbre, confusión, definición y redefinición eterna de metas, agradecimiento, esperanza, alegría, realización, inspiración, frustración, sensación de no estar avanzando, celebración por encontrarme con algo nuevo o por descubrir un elemento en una charla que me era muy significativo y me permitía avanzar mucho… todo esto y más pasé en el proceso. Fueron claves el acompañamiento y la escucha atenta de familiares, amigos/as y de compañeros/as que estaban pasando por lo mismo, así como de mi tutor, profesores y otros investigadores.
– ¿Qué le recomendarías a los alumnos que están por comenzar su trabajo final?
Ir firmes, pero paso a paso. La sensación de tener todo por delante, la famosa “página en blanco”, puede traer mucha ansiedad, bloqueo mental, desánimo, confusión. Es importante ocuparse, pero sin desesperarse porque hay muchas escenas de la película que al principio te faltan y que van a ir apareciendo en el proceso. Para mí fue importante hacerme un esquema desde el principio e ir actualizándolo (el índice comentado que mencionaba o incluso gráficos para visualizar mejor las conexiones entre ideas y exteriorizarlas). Por otro lado, intentar mantener un orden físico y digital que uno entienda; uno va acumulando tantos textos y notas en papel o en archivos digitales que es fácil perderse y eso lleva a que las ideas también se te desordenen. Otro recurso que me sirvió mucho fue hacer un listado de lo “ya hecho”; solemos hacer listados de los “pendientes” y eso me ayudó mucho, pero incorporé también el otro y me permitió tener una visión más realista de mi proceso y combatir la sensación de “no estar avanzando nada”. Como parte de esto, también fue bueno ponerse plazos flexibles; muchas veces no se lograrán cumplir, pero al menos te empujan a seguir adelante en una tarea en gran parte individual como ésta. Por último, en algunos momentos me ayudó dedicarle a la tesina aunque sea unos minutos cada día, porque cuanto más tiempo uno la deja, más difícil es tener la motivación de retomarla. Obvio que los ritmos no son siempre iguales y me parece importante aprovechar los “momentos de inspiración” en los que todo fluye y también tener paciencia con los momentos más lentos en los que sobreexigirse puede ser contraproducente.
– En pocas palabras, podrías describirnos tu paso por la carrera.
Llegué a la Licenciatura en Historia gracias a materias de Historia que venía cursando en la Licenciatura en Sociología de la UNSaM. Ahí descubrí que realmente me gustaba esta disciplina (en el colegio no lo había notado tanto) y que podía leer y leer sobre temas históricos sin cansarme. Justo vi que se abría la nueva carrera en esta universidad y ahí me inscribí rápidamente. Fue una buena decisión porque disfruté cada año y cada materia, con un plantel docente de lujo académico y humano, un programa de estudios bastante innovador, con una mirada descentrada y no eurocéntrica de la Historia, y una perspectiva muy interdisciplinaria y de contacto con las Ciencias Sociales y otras Humanidades. Lo que más me costó disfrutar fue justamente el Trabajo Final de Egreso por lo sinuoso que fue el camino, pero en retrospectiva también esa etapa fue sumamente enriquecedora y valiosa para mi formación, además de aportarme muchos aprendizajes personales en cuanto a la autogestión, tolerancia a las frustraciones, flexibilidad, interdependencia, etc.
– Para finalizar ¿Qué planes tenés para los próximos años?
Bueno, si hay algo que sabemos muy bien en esta época es que el futuro es muy incierto. Pero me gustaría seguir aprendiendo de la tarea docente escolar y del trabajo en Archivo. También seguir capacitándome y aprendiendo, tanto en el Profesorado como en estudios de posgrado. Me gustaría profundizar en las habilidades de investigación y poder transmitir con eso, o hacer un pequeño aporte al menos, a un mayor pensamiento crítico, reflexividad, diálogo y entendimiento mutuo entre personas y grupos diferentes.